Por Nuria Vall
“ Todo este universo no es sino alimento y comensal”. (Bṛhádāraṇyaka Upaniṣad I, 4,6)
Las escrituras védicas entendían la existencia como un continuo sacrificio, los seres vivos eran devoradores y devorados. La idea de comer y ser comido era la que irremediablemente llevó a la cumbre de la pirámide al elemento fuego que, mientras es alimentado, consume y crece y cuando no tiene combustible muere.
Y así varias formas de fuego han sido observadas por funcionar de la misma manera. El sol, la luz, la digestión, el calor, el deseo. Y solo a través del fuego se podía acceder a los dioses, que “no comen ni beben, pero quedan satisfechos con la visión de las ofrendas”.
El fuego fue capturado, venerado como puente hacia lo divino, una manera de que entre dioses y hombres existiera una cooperación: a través del sacrificio, aparecían las lluvias, y después los frutos de la tierra. Y así sin fuego y sin entrega al fuego, la vida no existía.
Se le dieron nombres, muchos. Se le dio un aspecto, unas cualidades y una personalidad para poder explicar en palabras el poder intrínseco de aquello que no se puede entender de otra manera. Agni, el dios Fuego es rojo, tiene ojos amarillos y dos cabezas. Tiene cuatro brazos que sostienen una antorcha, un hacha, un abanico que sirve de fuelle y un cazo. Su varaṇa es un carnero, su estandarte el humo y tiene siete lenguas de fuego que usa para lamer el ghee, la mantequilla clarificada que se le ofrece en las oblaciones.
No hay otro dios que tenga tantos versos en los Vedas, y es que es el mediador, el protector y el que comparte y ofrece el resplandor, y es aquí en este momento entre la veneración de un dios y la comprensión de que el fuego es inherente en todas las cosas, donde se reconoce la existencia de una luz exterior y otra interior, que representa el conocimiento, la fuerza de voluntad.
El fuego en el pensamiento védico es el poder de transformación y se extiende a todos los aspectos de la luz, la vida, la inteligencia y la conciencia. Entender el papel de Agni, es primordial para entender y vivir en harmonía con nuestra naturaleza, la naturaleza del Ser.
Durante nuestra existencia seguimos un proceso continuo de sacrificios que se despliegan a muchos niveles de transformación de luz y energía. Agni representa nuestra motivación, nuestra fuerza de voluntad, por eso alimentar nuestro fuego interior nos ayuda a manifestar nuestro potencial escondido, esclarecer nuestro discernimiento, pacificar las emociones. En definitiva, acercarnos al conocimiento del Ser. ¿Cómo? Conociendo los diferentes niveles de Agni como nuestro fuego interior.
Quizá el que más conocemos gracias al āyurveda, es nuestro fuego digestivo o Jāṭharāgni. Es la base de nuestra salud y reside en el ombligo y el intestino delgado, convierte la comida y la bebida en energía. El cuidado del fuego digestivo es clave para el funcionamiento correcto del cuerpo.
Pranagni es el fuego del aliento que se sostiene a través de la respiración, reside en los pulmones y el corazón y se extiende lacia los sentidos y la mente. Existe un Agni de la mente exterior que digiere las impresiones sensoriales. El fuego de la inteligencia, de la mente interior que nos permite el discernimiento correcto, distinguir entre lo que es real y lo que no, convierte las experiencias en conocimiento.
Y el fuego de la conciencia es la forma del fuego definitiva, la que cuando estemos preparados nos dejará ser conscientes de lo eterno e infinito. Este es el fuego que quema y digiere nuestros karmas y saṃskāras, es nuestra naturaleza más elevada.
Observar y “adorar” a las formas de fuego no solo significa cuidar de uno mismo y de su salud, sino de reconocer que ese poder de transformación que existe en absolutamente cualquier partícula del universo, es nuestro poder de transformación de lo más bruto a lo más sutil, acercándonos a nuestra verdadera naturaleza. Al Ser.
Por Noelia Catalán
El Ayurveda, define a Agni como el fuego digestivo capaz de digerir el alimento y transformarlo en sustancias esenciales para ser asimiladas y metabolizadas. Así, desde un punto de vista químico, el agni puede equipararse a las enzimas digestivas encargadas de hidrolizar los alimentos en sus componentes nutricionales básicos.
La diferencia entre tener un fuego digestivo adecuado o no es estar / desarrollar enfermedades o no. Hablar de agni es hablar de vida y de la fuerza vital que reside en ella.
El proceso digestivo es de vital importancia para el ser humano. De su correcto funcionamiento depende la salud y la existencia. Una correcta digestión de los alimentos que ingerimos depende de:
En la digestión participan multitud de procesos. Por un lado, los procesos físicos-orgánicos de naturaleza bioquímica y mecánica, tales como los movimientos peristálticos, los reguladores hormonales o las secreciones enzimáticas y por otro lado, los procesos bionergéticos, gobernados por los subdoshas, los nadis y los chakras, pertenecientes a nuestra fisiología sutil.
Por lo tanto, para gozar una buena salud, se hace imprescindible gozar de un buen agni digestivo. ¿Por qué? ¿Qué beneficios tiene el agni sobre la salud?
La cocina ayurvédica tiene muy en cuenta el concepto de agni. Dependiendo de la persona el agni puede ser inuficiente, estar agravado o ser irregular. En función de esto, el uso de determinados condimentos, especias, formas de cocinado y selección alimentos tiene que tenerse en cuenta para mejorar el proceso digestivo y modular el estado de nuestro agni.